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Y así era si se cumplían los cálculos, era de suponer que, Eduardo Soto, el dentista secuestrador se pondría en contacto con Luciano en cuanto leyera el anónimo que le habían dejado por debajo de la puerta y cuando lo hiciera todos escucharían a la vaca transmitiendo buena parte de la conversación que sería como una confesión de culpabilidad por parte de Eduardo Soto.
Al menos por una vez Esther tendría testigos suficientes de que toda la historia del secuestro y la vaca no era una invención fantástica de su cabeza.
Estaba segura incluso que su madre pensaba que todo eso no eran sino celos hacia su hermana pequeña. Que cosas